Desvelada la autoría del camarín de
Nuestro Padre Jesús Nazareno
El marchenero Joaquín Márquez ha llevado
una investigación de 'Las colecciones estilistas de Imaginería
Sevillana en las antiguas colonias españolas en Guatemala y la Villa
Ducal de Marchena España)', en la que aparte de algunos parecidos entre
imágenes religiosas de tan lejanos lugares, ha desvelado que el camarín
de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que se proyectó en 1718, es autoría de
Juan Pérez y Juan Muñoz. Además, en su estudio, publicado en el último
número de la Revista Modelino especializada en escultura, Joaquín
Márquez muestra el parecido entre la Virgen de la Palma antes de su
restauración y una Virgen de los Dolores de Guatemala.
El autor defiende en base a
documentación encontrado en el Fondo del Arzobispado de Sevilla,
concretamente un auto del Arzobispo, que los autores son Juan Pérez y
Juan Muñoz, lo que desmonta la creencia de que era obra de Jerónimo de
Balbás, por introducir este los estipetes en España.
Es curioso que ya en 2012, el propio Joaquín
Márquez estudió el parecido de una imagen de un Nazareno de Guatemala a
Nuestro Padre Jesús Nazareno de Marchena, demostrándolo en una
pormenorizada investigación. Concretamente era un Nazareno del valle de Panchoy del país centroamericano.
En cuanto a las Iglesias marcheneras, el autor exponía el pasado año la pieza expuesta como objeto ex voto en la Iglesia de Santa María pertenecía a un fragmento de pez sierra.
En esta ocasión, el descubrimiento va
más allá aún, pues se trata del camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno,
el Señor de Marchena, ante el cual el pueblo marchenero ha rezado desde
hace unos cuatro siglos, casi tres de ellos de historia en el famoso
camarín.
Aparte de la posible autoría de Balbás,
se había argumentado la posibilidad de que fuera obra de Tomás Guisado,
al actuar de fiador del contrato para el dorado del retablo concertado
con Miguel Carreño en 1756, quedando eso sí confirmado según el estudio
de Márquez, que a este último pertenece la autoría de las dos puertas
del camarín, que según se señala en el texto debía por entonces contar
ya con cerca de tres décadas desde su construcción, a juzgar por el
zócalo del mármol con la escritura 1727.
El seis de julio de 1718 iniciaría la
petición de autorización para el camarín la hermandad de Jesús, firmada
por su mayordomo Juan López Díaz. Dos días más tarde, el licenciado
Diego Ponce de Lucenilla instaba a Juan Pérez y a Juan Muñoz, que rezan
como maestros de albañilería y carpintería, declarar el lugar donde la
hermandad instalaría el camarín, que fue a espaldas del altar mayor,
puesto que no consta que éste aún tuviera retablo, indica Joaquín
Márquez en su estudio.
El investigador marchenero explica que
Alonso de Baeza y Mendoza emitió el auto arzobispal para que Pérez y
Muñoz realizaran el camerín, dictado en 3 de agosto de 1718.
Asimismo, aparte de que las puertas las
realizara Tomás Guisado, es posible que el socio de Juan Muñoz, el
escultor José de Guillena, también participara en la realización de esta
obra.
Por otra parte, dentro del mismo
estudio, Joaquín Márquez refleja relaciones entre la escultura de la
Virgen de la Palma antes de ser restaurada y la de Nuestra Señora de los
Dolores de Guatemala, atribuyendo a ambas un cariz dulce y sereno,
cejas arqueadas en forma de media luna, tratamiento idéntico de
numerosos rasgos faciales y musculatura de cuello o delicadeza en las
manos.
La presencia de colonos españoles
procedentes de Marchena como Andrés Romero o la posibilidad abierta por
el restaurador de la Virgen de la Palma, Juan Pérez Conde, de que esta
talla pueda ser de origen colonial, así como la frecuente actividad
comercial vía marítima entre ambos continentes, fortalecen las tesis de
similares orígenes y formas de esculpir, siendo probable que la Virgen
de la Palma date de la primera mitad de siglo XVIII, al igual que la
parecida Virgen de los Dolores de Guatemala.
Asimismo, los detalles en el templo de
San Agustín, donde se reflejan motivos frutales propios del trópico o
ángeles amerindios en yeserías, refuerzan el estudio de Joaquín Márquez
en el que insiste en las importantes relaciones de la imaginería de
ambos puntos del continente.
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